Iggy Rubin cuenta su «ruina» con la Policía cuando robaba en El Corte Inglés: «Fueron los mejores Reyes Magos»
El cómico se toma con humor un episodio que le pasó hace muchos años, cuando trabajaba en los grandes almacenes
«¿Por qué no eres bombero?». Esta sencilla pregunta realizada a Iggy Rubín en el programa especial de «La Ruina» que se grabó en Amsterdam reveló uno de los episodios de juventud más hilarantes del cómico. Rubin, guionista de programas como La Revuelta, locutor de radio y humorista, recordó que en el año 2004, cuando tenía 20 años, trabajaba vendiendo juguetes en El Corte Inglés. Fue entonces cuando, según sus palabras, ideó un sistema «bastante astuto» para «robar».
«Era una trama elaborada», sostuvo en el aclamado programa de Ignasi Taltavull y Tomás Fuentes, donde famosos y público desconocido descubren momentos comprometidos de su vida, en algunos casos sin saber dónde está el límite entre la realidad y la exageración o incluso la invención.
Su modus operandi
Rubin, cuyo nombre real es Ignacio Rubín, explicó que su método inicial consistía en sacar tickets regalo que la gente no pedía. Por ejemplo, si alguien no pedía el ticket regalo de un artículo, como una Play, Iggy lo guardaba. Luego, un «compinche» suyo iba al centro comercial, cogía un producto, Iggy le cobraba solo un paquete de pilas, metía el producto junto con las pilas en una bolsa, y el compañero se iba. Después, Iggy cogía el producto y el ticket regalo, iba a otro Corte Inglés, lo devolvía y recibía una tarjeta regalo de 500 €. Iggy afirma que con este método, «salí impune completamente. Me salió genial. Bueno, muy bien. Muy buenas Navidades en casa de los Rubín. Hombre, los mejores reyes», bromeaba.
Al finalizar su «curro de Navidades», Iggy se llevó un desacoplador de alarmas, según relata, y con él Iggy y su hermano robaron «mucha ropa» durante tres meses con «verdadera avaricia».
Para robar la ropa, Iggy tenía otra técnica elaborada: cogía dos ejemplares de la prenda que quería, por ejemplo, un jersey. Se llevaba ambos al probador, escondía uno quitándole la alarma y el otro lo compraba. El que compraba servía para argumentar: «¿Cómo voy a estar yo robando esto si lo estoy comprando?». Al día siguiente, devolvía la prenda comprada. Iggy se sentía como «un gran ladrón de guante blanco».
Sin embargo, el cómico confiesa que su técnica «funcionaba tan bien» que «ya al final me volví un poco chapucero». Un día, intentó robar unos vaqueros en la sección «territorio vaquero» del Corte Inglés de Princesa, en la cuarta planta, según recuerda. En lugar de comprar otro par, se metió al probador con dos, se puso uno debajo de su ropa y escondió la alarma en el otro par de vaqueros, que luego devolvíó diciendo algo como 'No, no me sientan bien, me voy'«. Justo al salir, un dependiente, al que Iggy llama el »sheriff del territorio vaquero«, lo detuvo y sacó la alarma del bolsillo de los otros vaqueros, preguntando: »¿Dónde está el pantalón en el que iba esta alarma?«.
Iggy, sabiendo dónde estaba el pantalón, salió corriendo «sin mediar palabra». Bajó escaleras, pero al llegar al segundo piso, pensó que su movimiento era predecible, ya que esperaban que fuera a la calle. Decidió subir entonces las escaleras para despistar a los dependientesiban detrás de él, pero estos lo siguieron. En su huida, se metió en un probador con la intención de quitarse los pantalones robados, pensando que si salía con ellos en la mano, sería como si el probador «viaja en el tiempo y será hace 10 minutos cuando yo estaba cometiendo el crimen». «Si no sale de la tienda no has robado», subrayaron Taltavull y Fuentes, que citaron incluso alguna sentencia al respecto.
Mientras Iggy intentaba quitarse los pantalones en el probador, «tres cabezas de dependientes asomando por encima», decían con tono hilarante, y le gritaban: «¡no te los quites, no te los quites, no te los quites, ladrón, no te lo quites!». En ese momento, Iggy se rindió y fue llevado a lo que él llama «el cuartito». En el cuartito, estaban los dependientes, dos guardias de seguridad y un «segurata secreto» de paisano, quien Iggy entonces se dio cuenta de que lo había estado siguiendo por la tienda desde el primer momento. El guardia de seguridad le preguntó: «¿qué llevas en la mochila? ¿Llevas para quitar las alarmas?». Iggy, acorralado, no tuvo más remedio que admitir que lo tenía, y entonces se complicó su situación cuando escuchó: «Si tienes esto tenemos que llamar a la Policía».
La llegada de la Policía
Entonces la Policía llegó al cuartito. Dos agentes sacaron a Iggy de El Corte Inglés y, al llegar al coche, uno le preguntó: «No hace falta que te esposemos, ¿no'?», recuerda, antes de apuntar que añadió: «No vas a salir corriendo» porque «te cogeríamos», explica casi entre lágrimas de diversión. Y entonces Iggy, con todo perdido y una pizca de humor, respondió con un toque de arrogancia: «Nunca lo sabremos».
Los agentes le llevaron a la comisaría de la calle Leganitos en Madrid, donde Iggy fingió llorar. «Hacían lo de poli bueno y poli malo», cuenta, y añade que mientras preparaban la citación para ir a juicio en Plaza de Castilla, el «poli bueno» le dijo: «esto está fatal porque tú eres muy joven, pero tú piensas que esto queda en tu expediente. [...] Y si alguna vez quieres hacer una oposición, esto va a ir en contra tuya si alguna vez quieres ser bombero». Y entonces Iggy enlaza el principio con el final, cuando cuenta, en medio de las risas generalizadas, que el otro agentes, el «poli malo», remató: «¿Cómo va a ser bombero si es un ladrón?». Y esta fue la frase que, según Iggy, sentenció su futuro y explicó por qué ni hoy, ni nunca, es y ni será bombero.
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