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Julián Calero se ha ganado un sitio en el trono de la historia del Levante. El madrileño se ha alzado como el sexto entrenador que ha logrado conducir al equipo azulgrana a Primera División, tomando el testigo de Quique Martín, Manolo Preciado, Mané, Luis García y Juan Ramón López Muñiz. El de Parla, aguerrido y carismático, estalló de alegría sobre el césped de El Plantío. Baño de masas. Descargó toda esa tensión acumulada durante meses para celebrar un nuevo hito en la vida del club. El madrileño, de 54 años, no pudo ocultar el orgullo de haber cumplido una misión clave para la prosperidad del proyecto granota.
Después de tres años en el infierno de la Segunda, el Levante regresa al lugar que le corresponde teniendo en cuenta su trayectoria durante las dos últimas décadas. Ha sido un curso especialmente doloroso a nivel financiero, con reajustes y despidos a todos los niveles, incluso con retrasos en el pago de algunas nóminas. Un adelgazamiento de la estructura para contrarrestar el agujero económico. Y para recuperar el equilibrio y retornar a la senda del crecimiento, resultaba fundamental el ascenso a la máxima categoría. Suspira aliviado Pepe Danvila, consejero delegado y accionista de referencia de la entidad junto a la Fundación Cent Anys.
En la temporada más adversa económicamente desde el descenso de 2022, el Levante ha logrado confeccionar una plantilla que se ha hecho un sitio en la historia dorada del club. Por toda la presión palpada desde el pasado verano en Orriols, la celebración de anoche se vivió con tal éxtasis.
Salvo sorpresa, Calero, con contrato hasta 2026, será uno de los cimientos del nuevo proyecto. El Levante afronta el desafío de, con las lógicas estrecheces económicas, confeccionar una plantilla que dé la talla en Primera División.
Calero entra en un olimpo inaugurado por Quique Martín en 1963. El que fuera guardameta del Barcelona, el Valencia y el Levante tuvo su primera gran oportunidad como entrenador en el conjunto granota. En el banquillo, formó un tándem con el secretario técnico del club, Ramón Balaguer. Con un balance de 11 victorias, tres empates y dos derrotas, ambos llevaron Vallejo a la cima del fútbol español.
Tras el descenso a Segunda de 1965, tuvieron que transcurrir ni más ni menos que 39 años para que el Levante volviera a saborear la gloria. En 2004, Manolo Preciado enseñó el camino. El apasionado entrenador cántabro supo ganarse al vestuario desde la camaradería. Creó una familia. El equipo refrendó el ascenso en el estadio del Xerez en la antepenúltima jornada.
El Levante no tuvo la estabilidad esperada en la élite y, en 2006, reeditó la escalada. Esta vez con un ambicioso plan deportivo que comenzó con José Luis Oltra en el banquillo y que continuó con José Manuel Esnal 'Mané'. Bajo las órdenes del vizcaíno, el conjunto granota reaccionó y tocó el cielo en Lleida. Ni Preciado ni Mané gozaron de la confianza de la directiva del Levante para seguir comandando al equipo en Primera.
Diferente escenario se encontraron Luis García y Juan Ramón López Muñiz, quienes condujeron a los azulgrana a la máxima categoría en 2010 y 2017, respectivamente. El madrileño y el asturiano, al igual que Quique Martín hace 60 años, sí continuaron llevando las riendas de la plantilla en la élite. Ahora, en principio, Julián Calero seguirá sus pasos.
Quique Martín Valencia, 1963
Lelé dejó el banquillo del Levante tras la jornada 15 del curso 1962-63. Lo hizo para tomar las riendas del Deportivo, que precisamente acabó cayendo ante los azulgrana en la promoción de ascenso a Primera. En Vallejo, el secretario técnico, Ramón Balaguer, apostó por Quique Martín, quien se encontraba en el Torrent como entrenador. El vallisoletano asumió el reto y firmó unos números que permitieron al equipo alcanzar la cima del fútbol español.
Manolo Preciado Jerez, 2004
Manolo Preciado dejó una huella imborrable en el Ciutat de València. No sólo por liderar el regreso del Levante a Primera después de 39 años, sino también por su extraordinaria personalidad. Desde la nobleza y la cercanía, derrochó un carisma que resultó clave para alcanzar el éxito. Encabezó un férreo grupo de futbolistas como Rivera y Ettien, aunque su éxito no resultó suficiente para que el club le ofreciera la renovación.
Mané Lleida, 2006
Con Pedro Villarroel como máximo accionista, el club diseñó un ambicioso plan para regresar a la máxima categoría en el menor tiempo posible. Sólo tardó un año. La temporada empezó con José Luis Oltra en el banquillo, pero en la jornada 11 tomó el testigo Mané. Era un equipo con jugadores como Cavallero, Descarga, Harte, Camacho, Riga... El Levante consiguió el ascenso en la última jornada al vencer por 0-1 en el campo del Lleida.
Luis García Valencia, 2010
La supervivencia de la entidad estaba en juego, ya que había tocado fondo a nivel económico. Mientras negociaba un convenio de acreedores, el Levante confeccionó una plantilla repleta de jugadores con hambre. Con ganas de reivindicarse. Un vestuario humilde que acabaría dando la campanada. A base de mano izquierda y comunión, Luis García supo extraer la mejor versión de cada uno de sus futbolistas y obrar el milagro.
López Muñiz Valencia, 2017
El conjunto dirigido por Juan Ramón López Muñiz caminó con paso firme hacia la élite desde el primer minuto. El fútbol práctico y efectivo del técnico asturiano arrasó en la categoría de plata, ya que el Levante certificó matemáticamente el ascenso a falta de seis jornadas para el final. Casi nada. Sacó 14 puntos de ventaja al segundo clasificado, el Girona. En cambio, en la siguiente temporada, fue destituido a principios de marzo.
Julián Calero Burgos, 2025
Más allá de unas semanas de cierta inestabilidad en febrero, Julián Calero ha sabido gestionar a la perfección el vestuario y la relación con la grada. Su carácter aguerrido y su pragmática filosofía de juego han supuesto un reencuentro con unas señas de identidad que llevaron por el buen camino en el pasado. El de Parla ha devuelto la solidez defensiva al equipo y ha alimentado la unión del grupo. Además, ha extraído la mejor versión de futbolistas que han sido clave.
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