
'El rey del higado'
Crítica de televisión ·
Muestra cómo el protagonista se pasa más tiempo haciendo flexiones que respirando y goza de un cuerpo cargado de testosterona, bronceado artificialmente, que deja a Hulk a la altura del barroSecciones
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Crítica de televisión ·
Muestra cómo el protagonista se pasa más tiempo haciendo flexiones que respirando y goza de un cuerpo cargado de testosterona, bronceado artificialmente, que deja a Hulk a la altura del barroLa adoración por los personajes estrafalarios en las redes sociales es extrema. Los sueños que moldea TikTok producen monstruos. Internet crea figuras excéntricas que acumulan ... millones de seguidores y una inmensa fortuna. Difícil de entender, en muchos casos, esta fama desmedida basada en el vacío, pero no podemos obviarla porque estos reyes del coaching patatero tienen su público, y no es poco. Son, generalmente, sujetos que buscan llamar la atención mediante discursos ridículos que compra demasiada gente. No siempre cuestionamos los mensajes que nos llegan a través de la multipantalla. Hacen gracia, pero pueden ser tóxicos.
Netflix acaba de estrenar un impagable documental que desenmascara a un tipo que se alimenta de testículos de toro y vísceras crudas, sin que pasen por la barbacoa. 'El rey del hígado' muestra cómo el protagonista se pasa más tiempo haciendo flexiones que respirando y goza de un cuerpo cargado de testosterona, bronceado artificialmente, que deja a Hulk a la altura del barro. Su imagen de tío sano, con principios, fiel a un estilo de vida ancestral, es una estafa tan grande como su cuenta bancaria.
Los numerosos videos -con un incontable número de visitas-, disponibles en los perfiles 'online' de 'El rey del hígado', son su marca personal. Es un estafador, un jeta que hasta cuando se disculpa por sus engaños frente a la cámara cuenta otra mentira bien gorda. Con una empresa detrás, especializada en elevar a los altares a individuos cuyos principios dejan mucho que desear, es un timo total y absoluto. Como espectador te entra la risa, más bien nerviosa, cuando se cae el castillo de naipes, se descubre el pastel, pero el bárbaro con ínfulas sigue hipnotizando a su audiencia, como un espejismo en medio del desierto. Una cantidad nada desdeñable de flipados le bailan el agua al gurú de pega, de esteroides hasta las trancas. Llega a chutarse en directo una dosis, como si tal cosa. Que impostores de este calibre triunfen, con miles de adeptos, invita a no confiar en la raza humana. ¿Hablamos de Frank de la Jungla?
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