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Ángel Martín es un humorista con las cosas claras. No duda demasiado y, si no tiene una opinión formada sobre algo, lo dice y a otra cosa. Sabe apartar el ruido con bastante soltura, probablemente por lo que vivió. En 2017, tras muchos años siendo uno de los humoristas más importantes del panorama español, sufrió un brote psicótico que le cambió la vida. Se recuperó y lo contó todo con pelos y señales en el primero de tres libros sobre el tema, 'Por si las voces vuelven' (Planeta). Este viernes 23 de mayo estará en el Teatro Olympia con 'Nuevo material', un show en el que se desenvuelve con su humor irónico y provocador de siempre. Hablamos con él del espectáculo, del brote que vivió y del humor en España.
-En tu espectáculo ahondas en las contradicciones del mundo actual. ¿Qué te interesa de esas contradicciones para dedicarles un show entero?
-Quizás es porque soy de una generación que nació sin toda la tecnología que hay hoy, pero me interesa muchísimo el contraste entre cómo eran las cosas antes y cómo son ahora. Es curiosísimo cómo el cerebro trata de ajustarse a la actualidad pero al mismo tiempo se aferra al pasado. Es un choque que me gusta mucho.
-Es cierto que vivimos en una crisis existencial constante, pero, por lo general, no hacemos grandes cosas para salir de ahí. Es como que estamos acomodados en la incomodidad, o algo así, ¿no?
-Creo que no terminamos de entender el mundo en el que estamos. Hay generaciones que sí, porque ya han nacido en el mundo tal cual es ahora, pero hay otras que están en una especie de lucha todo el tiempo, porque no terminan de entender la velocidad a la que se funciona. Y también hay mucha gente incapaz de desconectar del trabajo. Antes igual se daban por sentadas algunas cosas, como llegar a casa, centrarte en los tuyos y dejar el trabajo a un lado hasta el día siguiente. Se asumía que la jornada había terminado. Ahora hay gente capaz de trabajar hasta la madrugada sin parar. Estamos en una línea temporal muy extraña en la que no sabemos dónde empiezan o dónde terminan las cosas.
-Eres uno de los grandes del humor en España. El humor ha cambiado mucho con los años, pero el tuyo no. Es un humor que se basa más en la observación de la realidad desde la ironía, un humor más autoconsciente. ¿No pasa de moda tu humor?
-Yo creo que tiene que ver con que me formé en el stand up puro y duro de los monólogos. Echas un vistazo a los monologuistas de mi generación, a los que empezamos en esto, y te das cuenta de que todos somos gente que escribía sobre lo que veía. Analizábamos un poco la situación y reflexionábamos sobre cómo vivíamos nosotros las cosas. Si ves los humoristas que estábamos en Paramount Comedy en los 2000, ves a Raúl Cimas, Don Mauro, Ricardo Castella, Ernesto Sevilla… Cualquiera de nosotros reflexionábamos acerca de cómo nos afectaba la realidad y de lo absurdo que es el ser humano en relación con esas situaciones. Con los años se ha abierto el abanico de formatos, ya sean más televisivos o más centrados en crear una historia en base a un chiste. O en la interacción con el público. Creo que yo me he mantenido fiel. Lo que más me ha divertido siempre es el humor de observación.
-No sé si eres del todo consciente de que con tus libros sobre todo lo que te ocurrió te has convertido en un referente en lo que se refiere a la salud mental.
-Yo no me siento así. Que la gente te coloque en un lugar no significa que tú tengas que aceptarlo totalmente. Muchas veces me dicen que con mis libros he acercado la salud mental a la gente de a pie. Eso me parece de puta madre, pero yo no me considero el tío que ahora va a hablar de salud mental y te va a decir lo que tienes que hacer. Si contarte la movida que yo viví te sirve de algo, genial, pero jamás diré que esa sea la fórmula correcta, porque sencillamente no lo sé.
-Ya son tres libros abordando la salud mental. ¿Escribirlos te ha permitido estar bien?
-Llevo ya bastante tiempo estando bien. Escribir estos libros me ha permitido profundizar más en lo que viví de lo que tenía previsto. Cuando me puse a escribir el primero ['Por si las voces vuelven'], yo ya estaba bien. No había necesitado hacer un análisis tan profundo para remontar. Lo que tiene el hecho de intentar explicarlo de forma que todos lo puedan entender es que tienes que masticarlo mucho para que se comprenda fácilmente, y eso lo convierte en algo terapéutico. Eso me reforzó.
-Pero también debió ser difícil recordarlo todo con tanto detalle, ¿no?
-Sí. No sospechaba que sería tan jodido hacerlo. No lo recomiendo si tienes la certeza de que ya estás bien, porque vuelves a lugares en los que no quieres estar con un nivel de detalle muy grande. Es algo que no me esperaba, me di cuenta de ello cuando ya estaba embarcado en el proyecto. Simplemente, había días en los que, al terminar de escribir me decía: bueno, los próximos días no voy a escribir absolutamente nada porque tengo que recordar que ahora estoy bien. Me siento en la mierda porque no paro de recordarlo, pero en realidad estoy bien.
-Con todo lo que está ocurriendo en el mundo, ¿crees que estamos abocados al fracaso o que tendemos mucho a pensar que todo pasado fue mejor y en el fondo no estamos tan mal?
-Si te soy sincero, no dedico ni un solo segundo a pensar en eso. Estoy centrado en construir. Lo que pasa en el mundo lo puedes leer en las noticias, yo no soy analista de absolutamente nada. La gente tiende a opinar demasiado sobre las cosas. No me parece mal, ¿eh?, pero yo me dedico a la comedia, no hay más. Y yo no hago comedia política.
-Algo que tienen los brotes psicóticos es que los síntomas pueden regresar años después del brote inicial. ¿Tienes miedo a una recaída?
-No. Yo no estoy ni en terapia ni me medico. Lo que aplico es el sentido común. A cada uno le funciona una cosa. Yo considero que cuando pasas por ciertos procesos como un brote psicótico, si sigues con la misma vida, comportándose exactamente igual, las posibilidades de que vuelva a suceder lo mismo son elevadas. El sentido común me lleva a pensar que si tú cambias tu vida, es muy difícil que te suceda lo mismo de nuevo. Así que no, no tengo miedo, porque además, antes de tener el brote psicótico, ese miedo no estaba en mi lista de miedos. No era algo que me preocupara. Y de pronto ocurrió. Lo que sí que he descubierto es que tú puedes tener muchísimos miedos, y lo más seguro es que al final te ocurra algo en lo que ni pensabas, que no tenías previsto, que ni siquiera te preocupaba. Tener miedos no sirve de mucho.
-¿Pasar por un brote psicótico te ha cambiado mucho la vida? ¿Sabes ahora valorar más lo bueno y lo verdaderamente importante?
-No soy el tío que sufre algo traumático y de pronto valora más la vida. Yo antes ya sabía valorar lo bueno. Aunque es cierto que quizás vivía movido por la inercia, no me planteaba según qué cosas. Pero no soy esa persona que te dice que ahora sabe lo bonito que es que te dé el sol en la cara. Antes ya sabía lo de puta madre que es.
-Es curioso que, ahora, con el auge de la psicología a todos los niveles, hay muchísima más libertad que antes para estar mal. Antes se ocultaba, ahora se hace un poco bandera. Tienes todo tu derecho, pero puedes atorarte en esa situación. ¿Qué opinas tú?
-Me parece contraproducente. Cualquiera tiene el derecho a estar mal, quien diga lo contrario es un idiota, es de cajón. Lo que no es inteligente es que, una vez sabes que estás mal, no inviertas toda la energía que esté en tu mano para tratar de remontar. ¿Estás mal? Fenomenal. ¿Y ahora qué vas a hacer?
-En tu primer libro hay un fragmento en el que cuentas cómo experimentaste una conversación con la muerte, y yo quería preguntarte si todo aquello cambió tu relación con la muerte.
-Es difícil de explicar, pero el tema es que si tu cerebro cree que ha pasado por algo, aunque no lo haya hecho, él ya cree que lo ha pasado y aprende la experiencia. Si el cerebro procesa ciertas emociones creyendo que son totalmente reales, para él es como si hubiera ocurrido. Y bueno, yo tampoco es que fuera un tío que le tuviera miedo a la muerte. Nunca me ha preocupado eso. Me parece un poco estúpido dedicarle tiempo a algo que no está sucediendo.
-Tú ya no haces tele, y es en parte por los intereses y presiones que hay allí dentro, que al final no iban contigo. ¿Qué me puedes decir de esto?
-No, no es por las presiones. Tiene que ver con que, en la tele, lo que hagas tiene que encajar en una línea editorial. Si eres comediante, de la broma que tú quieres hacer a la que se emite, hay un paso. Tu broma tiene que pasar por muchos departamentos. No digo que tu broma sea mejor que la que se emite finalmente, pero ahora es un medio que no encaja con el tipo de persona que estoy construyendo. Y no es algo en lo que piense. Hace tiempo que dejé de dedicarle tiempo a pensar en cosas que no tienen que ver con aquello que se pueda resolver de forma inmediata.
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