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Cara visible de la Cámara de Contratistas de la Comunitat, Manuel Miñés ha estado al frente de la ejecución de muchas de las infraestructuras valencianas, ... entre ellas el túnel de Serrería, del que este domingo se cumplen 34 años de su puesta en servicio.
–¿Cómo está viviendo el enfrentamiento entre Gobierno y Ayuntamiento por la prolongación del túnel de Serrería?
–Con pesadumbre y con inquietud. ¡Aquella obra tuvo tantas vicisitudes…! Se quedó sin dinero y eso que hablamos de más de 9.000 millones de pesetas. El proyecto contemplaba, habida cuenta que está relativamente cerca del mar, unos muros pantalla –que entonces no se hacían tantos– para los que se hicieron unos sondeos. Se pensó que llegaría hasta los ocho metros pero al excavar nos dimos cuenta de que la capa de grava no tenía suficiente volumen o potencia, es decir, no era suficiente la capacidad portante para apoyar el muro pantalla, con lo cual lo atravesamos y hasta que no encontramos en los 13-14 metros una capa de arcilla, no pudimos encastrar. Aquello llevó a hacer un modificado y la obra quedó paralizada seis meses. Ya entonces estaba financiada al 75% por el ministerio y el 25% del Ayuntamiento. ¿Por qué esa participación? La zona del Grao, que estaba degradada, tenía un saneamiento ridículo y, aprovechando el muro pantalla del lado tierra, se hizo el colector Ibiza que dio desahogo a todos los Poblados Marítimos. Calculo un 35% de exceso de coste por todos esos problemas, pero se acabó la obra. Recuerdo que Antonio Alcaide, que era el director general de Transportes del ministerio, dijo que era la obra «tecnológicamente hablando más compleja que jamás ha hecho el ministerio desde su creación».
–Y, sin embargo, no se completó el soterramiento hasta donde estaba previsto.
–Políticamente, a pesar de que estaban Eugenio Burriel, Clementina Ródenas y Joan Lerma (todos del mismo color), no se pusieron en su sitio ante la decisión del ministerio. Y entonces en vez de emerger al pasar el río, lo hicimos más cortito para poder ajustar presupuesto. Como curiosidad, acabé esa obra y, en 1992, me destinaron a Madrid y desde allí estuve como coordinador del final del AVE por la Expo de Sevilla y las últimas obras de las Olimpiadas de Barcelona. Vi la cuantía de dinero, sin ningún remilgo, para el AVE, la estación de Santa Justa, la Expo… Amargamente pensé: «Un año después hay dinero para todo y, sin embargo, nosotros nos quedamos con Serrería sin acabar».
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–¿Valencia fue la hermana pobre de las infraestructuras?
–Como siempre. Me duele Valencia porque por una serie de causas, la mayoría internas y algunas externas, siempre somos la autonomía más pobre pero no pasamos de comentar esto en la sobremesa familiar o en la barra del bar. No hay mayor empuje hacia fuera para que todos unidos nos hagamos valer. ¡Ya está bien de pedir FLA! No quiero ayudas, no quiero que me den pescado, sino los aparejos, las redes para poder pescar, que yo ya me las ingeniaré y pescaré. Es decir, no quiero ir de mendicante, quiero que me den las armas, que en este momento es financiación y, si no, las infraestructuras que necesitamos ejecutadas por el Estado.
–¿Se puede ejecutar la prolongación sin afección al tráfico ferroviario?
–Sí, el túnel se dejó preparado con dos pantalones para que, cuando hubiese dinero, actuar sin tener que interrumpir el tráfico y seguir circulando.
–Pero el Ministerio de Transportes dice ahora que ejecutar el soterramiento de las vías implicaría cortar el tráfico del corredor mediterráneo.
–No, no nos hagamos historias. Aquí hay un tema: hay una España del sur y una España del norte y el cordón umbilical, no sólo del eje mediterráneo, es el túnel del Cabanyal. Si hubiera un pequeño altercado en un carril, tendrías el túnel cortado cinco días y la Comunitat se quedaría como una isla. El tráfico de Granada, Almería, Murcia, Alicante, etc. no podría pasar y habría que dar un rodeo por Albacete, Madrid, Zaragoza, Tarragona y a Europa. Por lo tanto, deberíamos cuidar como oro en paño este túnel. Y aquí van Cercanías. Y el eje pasante por todo Valencia y donde emerja, con el proyecto que sea –porque todos caducan por impacto ambiental a los tres años y siempre estamos haciendo proyectos desde cero– es para alta velocidad. ¿Qué tienen que ver las churras con las merinas? Lo que hagas es para Cercanías con una estación intermodal en la avenida de Aragón y otra en la Politécnica.
–Prolongación del túnel de Serrería sin avances, igual que el túnel pasante o que el soterramiento de las vías de Alfafar frente a, por ejemplo, las obras en Montcada i Reixac, con un coste de 621 millones y un año en marcha para acabar con un punto negro ferroviario. ¿A los valencianos nos ha faltado alzar más la voz en materia de infraestructuras?
–Por eso digo me duele Valencia. Mira, en temas culturales o folclóricos somos muy asociacionistas. Es un tema anecdótico, pero en la Comunitat hay 533 bandas de música y 529 sociedades musicales. Esas bandas de música tienen una voz cantante, aunque tengan sus discrepancias, y aúnan al pueblo. Andalucía, con lo grande que es, 245 bandas de música; o Galicia, 142. En Fallas, 382 comisiones. Nos unimos, discrepamos, pero hay una voz cantante y tienen su peso. Y, sin embargo, en el tema empresarial todos queremos ser cola de ratón, que todavía es peor. Siempre recordaré un comentario que me hizo un ministro de Fomento en su despacho: aquí, cuando viene un grupo catalán o vasco de empresarios, viene muchísima gente pero sólo uno lleva la voz cantante. Sin embargo, acude una representación valenciana y habla uno; a continuación, levanta la mano otro y desmonta todo con '¿Qué hay de lo mío?'. Con lo cual el político lo tiene claro: hay pocos recursos y no se ponen de acuerdo, así que 'Señores, dentro de dos meses, cuando se pongan de acuerdo, vienen ustedes nuevamente y comenzaremos a abordar el asunto'.
–Quizá esa unanimidad solamente se ha conseguido con el corredor mediterráneo.
–Sí, pero con sangre, sudor y lágrimas.
–La Cámara de Contratistas ha denunciado siempre el bajo estado de ejecución de los planes de Cercanías.
–Cercanías es un fracaso. Han estado mal planificadas de siempre. La única obra que tenemos en marcha, el Xàtiva-Alcoi, ha tardado en adjudicarse y empezar por numerosos problemas. La ejecución en el primer semestre del año pasado apenas era del 33% de lo presupuestado. En cualquier empresa, paso eso y del director general al último botones se van a la calle.
–Con la dana ¿tenemos que repensar las infraestructuras?
–Mira, con la pantanada de Tous el agua se encontró el gran muro del ferrocarril Silla-Cullera que, en su vuelta, arrasó con todo. Por eso, se desmanteló todo el trazado, se volvió a hacer más permeable y aprovechamos para meter en subterráneo la estación de Gandia. Después vino la A-38 que está toda sobre pilares, ya que Demarcación de Carreteras convenció a Madrid al estar sobre el área de rotura de una presa. Así que, evidentemente, todas las infraestructuras hay que pensarlas mucho más diáfanas para que dejen pasar el agua por debajo.
–Con lo vivido en la dana, ¿las administraciones han tomado nota de lo que tienen que hacer?
–Sí, pero como son de mirar el corto plazo, ya que son políticos y no estadistas, dudo que hayan aprendido. Llevamos seis meses perdidos y no se han hecho ni las obras de emergencia. Un informe presentado por la CEV señala que son necesarios 1.763 millones para hacer infraestructuras hidráulicas que minimicen el riesgo y, por lo tanto, la peligrosidad. Ferroviarias, 7.297 millones; viarias, 2.093 millones. ¿Qué se ha avanzado? Poco o nada.
–Se habla mucho del área metropolitana, de la movilidad, etc. pero ¿qué sigue faltando para tener un transporte metropolitano efectivo?
–Inversión, inversión. A pesar de la dana, Metrovalencia cerró 2024 con 103 millones de pasajeros, tres millones más que el año anterior y, si hubiera venido la riada, habríamos llegado a 110 millones de pasajeros. Hay estaciones como Ángel Guimerá que mueven 3,5 millones de viajeros al año; Plaza España, 6 millones; o Empalme, 32 millones. Esto hay que tomárselo en serio. Porque, sin embargo, las inversiones de Ferrocarrils pasaron de 85,9 millones en 2023 a apenas 21,64 millones en 2024, es decir, bajaron en 64 millones, y aún así hubo cinco kilómetros más de trazado. Los presupuestos de FGV de este año son para llorar, no hay dinero, hace falta mucha más inversión para mejorar la red y no tener los colapsos actuales. Estamos siempre con el qué dirá la oposición pero si tienes que ir a la colaboración público-privada, vas. FGV tiene 103 millones para inversiones este año que están comprometidos para pagar un pedido de trenes nuevos. Además, faltan conductores, no hay frecuencias suficientes... Y no te puedes permitir un colapso como tienes, que pasan los trenes llenos y no paran en las estaciones.
–¿La movilidad sigue siendo el gran reto pendiente?
–Si Valencia, el capi casal, quiere ser algo, tiene que cambiar el chip y el área metropolitana se tiene que extender para ser una gran urbe como es Madrid, Barcelona o como empieza a ser Zaragoza. El área metropolitana podría llegar hasta Chiva. Antes había unos derechos y obligaciones que eran sanidad, educación, cultura... Ahora se suma otra variable importantísima: movilidad, movilidad ligada a vivienda. Es decir, tú no puedes resolver el problema de la vivienda si no tienes resuelto el problema de la movilidad. No te importara vivir en Godelleta si tienes un transporte adecuado para desplazarte al trabajo, por ejemplo. Por eso digo ¡cuánto me duele Valencia! porque no salimos con fuerza a exigir lo que se nos debe. No salimos a la calle ordenadamente a exigir lo que se nos debe y estamos siempre mendigando.
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