
Scott Bessent, el parapeto del mundo
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El Secretario del Tesoro es la última esperanza blanca ante la radical política de Donald TrumpNadie duda de que Donald Trump ha irrumpido en la Casa Blanca como un iracundo elefante en una cacharrería repleta de vajillas de fina porcelana. ... Las previsiones del Fondo Monetario Internacional son pesimistas y apuntan a que su estrategia proteccionista perjudicará notablemente el orden económico mundial y agudizará tensiones geopolíticas. Scott Bessent, hasta ahora un desconocido para la opinión pública, constituye el mayor parapeto ante la anunciada política de incrementos arancelarios. El Secretario del Tesoro estadounidense es la máxima autoridad económica del gabinete y toda una personalidad, diferente y original, dentro de la elite del país norteamericano.
El dirigente nació hace 62 años en Conway, en el Estado de Carolina del Sur, en el Profundo Sur, territorio social y políticamente conservador y afín al Partido Republicano. El origen galo de su apellido lo vincula con la emigración de los hugonotes, la minoría protestante que abandonó Francia. Hijo de un promotor inmobiliario y empresario hostelero, su futuro parecía hallarse en el seno de la vieja burguesía local. No fue así. Tras varias vacilaciones sobre su futuro, se licenció en Economía en la prestigiosa Universidad de Yale e inició una trayectoria profesional dentro del campo de las finanzas internacionales.
El horizonte del joven era lejano y ambicioso. Comenzó por arriba y, desde entonces, no ha dejado de crecer. Su primera experiencia con los denominados fondos de cobertura, complejas operaciones de inversión que buscan altas rentabilidades, se produjo como pupilo de Jim Rogers, un tiburón de las inversiones y fundador con George Soros de Qantum Fund, empresa ligada a este tipo de estrategias.
Esa conexión explica que en 1991 entrara a formar parte de la Soros Fund Management como socio gerente de la oficina londinense. No hablamos de una firma especuladora más. Soros es un 'kingsmaker' o fabricante de reyes, un individuo capaz de desarrollar estrategias capaces de influir decisivamente en economías de ámbito nacional. Se le achaca que sus operaciones provocaron la crisis económica del sudeste asiático en 1997 y la depreciación de la libra, una operación que, cinco años antes, reportó enormes beneficios a ambos.
No se imaginen a un individuo permanentemente conectado a una pantalla en la que se superponen tablas de valores. Bessent aprovechó su estancia en la capital británica para desarrollar una amplia vida social al más alto nivel. El financiero, abiertamente gay, se hizo amigo de Mark Bolland, el relaciones públicas que consiguió el favor del pueblo inglés para el matrimonio entre el príncipe Carlos y Camila. Esa glamurosa conexión le permitió llegar hasta la Casa Real e, incluso, alojar a la reina en su residencia de los Hamptons durante una visita a Estados Unidos.
La bonanza en el ámbito privado culminó con su relación sentimental con el empresario William Trinkle. Pero esta historia acabó mal y aún mantienen litigios cruzados. El político denunció a su expareja por incumplir un acuerdo hipotecario valorado en 2 millones de dólares, mientras que su ex le reprochaba haberse quedado con su colección de exquisitos vinos y no pagar la mitad de las facturas veterinarias de sus perros.
Bessent se alejó de las controversias y regresó a su país para recibir el nuevo milenio. Durante varios años alternó la docencia universitaria con sus emprendimientos hasta la creación en 2015 de Key Square Capital Management, su propio fondo. La evolución política del financiero ha sido fluida. Su vínculo con Soros, reconocido liberal, presagiaba un acercamiento a las tesis demócratas y, siguiendo esa pauta, donó fondos a las campañas de Barack Obama y Hillary Clinton. Pero, una vez más, las previsiones fallaron y hay constancia de su apoyo a Trump durante los últimos nueve años.
El magnate también obtiene récords. La elección como secretario del Tesoro le convierte en el político homosexual con mayor proyección, hasta la fecha, en el seno de la política estadounidense. No es el primero que accede al gobierno. Esa condición le corresponde a Peter Buttigieg, responsable de la cartera de Transporte en el anterior gabinete de Biden. El dirigente contrajo nupcias en 2011 con John Freeman, abogado y ex fiscal de la ciudad de Nueva York, y hasta su nombramiento la pareja residía en Charleston, en su natal Carolina del Sur.
La presencia de Bessent en los medios de comunicación ha sido más habitual a raíz de la presentación del programa arancelario. Con semblante hierático ha intentado contrarrestar los avisos del anunciado desastre asegurando que la reacción despavorida de los mercados ya llegó con el primer mandato de Bush y que luego se aquietaron, y, asimismo, ha intentado tender puentes hacia China.
Su presencia exquisita y refinada parece el contrapunto al aspaventero presidente, proclive a los gestos y declaraciones extemporáneas. Ahora bien, las maneras prudentes no convencen ni a la opinión pública ni a los lobos de la Administración Trump que lo tachan de ser un político de la vieja escuela. Según se cuenta en los mentideros, Elon Musk lo detesta y al parecer, también el Secretario de Comercio, Howard Lutnick, otro halcón dispuesto a someter el planeta por la vía de las imposiciones fiscales.
Nuestro protagonista es el instigador de la moratoria que ha permitido una tregua y posibles negociaciones. Pero, ¿y después qué? ¿Y si pierde poder en la pugna shakesperiana que se desarrolla alrededor del Despacho Oval? La disyuntiva se antoja evidente. O Bessent o el diluvio.
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