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Los invitados a la inauguración de una nueva terraza con vistas a la plaza
Las azoteas de los hoteles sirven para todo, desde ver una mascletà hasta montar un mercadillo, además de tomar una copa y disfrutar de las vistas. El hotel Marriott se estrena y se suma a los eventos que este junio se acumulan en Valencia
Alguna diosa del Olimpo ha debido dejarse enchufado el secador de pelo estos días, con tan mala suerte que el chorro de calor ha apuntado ... directamente a Valencia. Menudo comienzo de verano. Es insufrible. Así no hay quien salga a la calle, y casi que mejor porque con estos sudores no hay forma de ir medianamente arreglada. Ser elegante en Bilbao o Gijón no tiene mérito. Allí se ponen un vestidito camisero y una rebequita por si refresca y, ale, sin arriesgar van de lo más monas. Ah, pero aquí quisiera verlas yo a ellas. Con treinta y siete grados y viento de poniente. Ahí es donde te la juegas, bonita, a ver qué te pones y cómo aguantas la compostura. Las chicas del norte piensan que la elegancia tiene que ver con la sobriedad. Hombre, claro. Si te pones un vestidito negro, gris o azul marino no cometerás ningún error combinando colores, pero resultarás de lo más aburrida. Lo difícil es llevar un vestido de pedrería sobre una seda de color y unos pendientes importantes y salir airosa de la faena. Ahí también te quiero ver. Con un maquillaje potente para que el vestido no pueda contigo, un peinado sofisticado y un par de taconazos. Aquí las quisiera ver, poniendo a prueba el maquillaje y la peluquería con una humedad del 70 por ciento.
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El caso es que estos días cada una hace lo que puede para sobrellevar la vida social con un mínimo de dignidad. Y eso que la agenda no da tregua y ha sido de lo más intensa. Comenzó hace unos días con la mascletà del Corpus. La plaza no estuvo tan llena como en Fallas, porque a ver quién era la guapa que aguantaba estoicamente al sol. Hasta los balcones se veían a medio gas.
La novedad fue que se inauguró una nueva terraza con las mejores vistas a la plaza, la del hotel Marriot, bautizado como Grand Hotel Centenari. Su directora, Carolina Gil, invitó a un grupo de periodistas y prescriptores a conocer el hotel y a ver la mascletá. Ejerció de anfitriona junto a la arquitecta Mª Ángeles Ros, de ERRE Arquitectura, que se ha ocupado del proyecto de rehabilitación. «El empresario Francisco Martínez nos encargó reformar y convertir en hotel el edifico, que tiene un valor patrimonial brutal: las fachadas, los huecos de las ventanas, las carreterías de madera, era todo maravilloso», explicó.
Con el proyecto en marcha, se buscó un operador que gestionase el hotel. «Tuvimos la suerte de que fuera Marriott, y junto con Antonio Catalán y su equipo de técnicos, buscamos un poco cuál podía ser el storytelling del hotel, del edificio. Como el edificio se construyó a mediados de la década de 1920, decidimos llamarlo Centenario». La decoración no podía ser otra que el art decó. «Nos inspiramos en escenas de la película El gran Gatsby, que refleja una época tras la Primera Guerra Mundial en la que todos querían salir de esa tristeza, de esa austeridad, y buscaron una decoración con adornos, materiales suntuosos, sofisticación y alegría».
Tras el tour por el hotel, el grupo vio la mascletá y probó su cocina, que está a la altura de un cinco estrellas. Estuvieron Guillermo Prades y Marta Almela, Pablo Sánchez, María Luisa Cervera, Amparo Jorge, el director de viajes el Corte Inglés en Valencia Enrique Cabero, Jorge Caparrós, Sandra Bódalo, Irene Fernández, Andrea Alonso, Raquel Ortega, Darío Gael, Carmen Sánchez, y Lucía y Amparo Cabero. A las anfitrionas se sumó Jose Martí -también socio de ERRE Arquitectura-, Silvia Martín -directora marketing y comunicación de ACHM- y Noelia Martos, del equipo del Gran Hotel Centenari.
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