

Secciones
Servicios
Destacamos
Es como si te hubieras colado en la fiesta de un millonario de los años 80», cuentan Andrés Sal, Jaime Merino y Juan Soriano hablando ... sobre los eventos que empezaron a organizar hace ahora poco más de un año. La suya es de esas historias que empieza con un «siempre hemos querido hacer algo juntos». Juan Soriano y Andrés Sal son amigos de toda la vida. Ambos crecieron en Valencia y estudiaron juntos en el colegio Esclavas. Juan pasaba sus veranos en Los Suances, de donde es su madre, y Andrés le acompañaba en muchas ocasiones. Allí conocieron a Jaime Merino, que es de Santander, y los tres forjaron una estrecha relación. Andrés estudió diseño de producto en Valencia y actualmente tiene su propio estudio donde hace diseño de producto y de interiores. Juan, por su parte, estudió ADE y relaciones internacionales en Madrid y trabaja allí como consultor en una empresa. Jaime es ingeniero de software y estudió ingeniería electrónica en la Universidad de Cantabria.
«Estabamos en Suances hace dos veranos y nos dieron la oportunidad de alquilar un local que es muy conocido allí. Lo que iba a ser algo para amigos se acabó haciendo super grande y terminaron viniendo 180 personas», comparten. «Muchos de nuestros amigos viven en Madrid y al volver después de verano nos pidieron que hiciéramos otra fiesta allí, y fue también un éxito». Lo grande vino poco después, cuando surgió la oportunidad de hacer un evento en el Casino de Santander. «Ahí nos empezó a comprar entradas gente que no conocíamos de nada y colgamos el cartel de completo dos semanas antes», cuenta el trío. Después vino otra fiesta en Los Suances, otra en Madrid, otra en Sevilla, otra en Güemes… y así hasta este sábado 31 de mayo, que aterrizan en Valencia, en Masía de Lacy.
«Cuando elegimos un espacio nos preguntamos, ¿se podría rodar aquí la película de 'El Gran Gatsby'? Si la respuesta es sí, entonces nos encaja», ríen. Se refieren a sus fiestas como 'microfestivales de un día', y como tal las trata la gente, pues reservan la fecha en sus calendarios con varias semanas de antelación. Existen ya feligreses de la marca que se desplazan por toda España para asistir a todas y cada una de las veladas. Algunos incluso se han llegado a tatuar el logo de FromageClub, «¡esos tienen entrada gratis a las fiestas de por vida!», cuentan entre risas.
Han sabido construir un fenómeno que no es fruto de la casualidad, sino de un instinto afinado capaz de alinear los elementos precisos para que la magia suceda. Una fiesta que empieza por la tarde, al aire libre, con un ambiente relajado y sofisticado, donde hay espacio para la conversación, siempre interesante y con un deje de 'networking'; un código de vestimenta que rinde culto a la estética 'old money', que se atribuye al estilismo de personas a las que el dinero les viene de familia, y que es uno de los puntos distintivos de FromageClub. A la vez se convierte en un filtro para determinada convocatoria; un clima que va tomando color poco a poco y que se transforma cuando el sol se esconde; con distintos espacios con música, horas de barra libre, cena de la mano de algún sitio de moda… Sin olvidar el propio espacio, que ofrece la puesta en escena perfecta y da pie a la ambientación específica de cada ciudad que visitan: un club de golf en Madrid, el Casino en Santander, las Setas de Sevilla, un club de playa en Los Saunces, y todos los detalles que preparan para cada uno de los destinos: pelotas de golf personalizadas, fichas de póker, puros, crema solar… «Cuidamos cada detalle, desde que entras hasta que te vas». Y de repente te ves allí, como si estuvieras en la puerta de la mansión de Jay Gatsby, o bajando las escaleras del opulentísimo apartamento de Tony Montana en Scarface. «Queríamos hacer la fiesta a la que nosotros iríamos, alejarnos del concepto de una noche en una discoteca, todo oscuro, donde no se puede hablar con nadie», afirman. «Gracias al 'dresscode' ponemos a todo el mundo en el mismo punto de partida. Es un día para el que la gente se prepara un look, todo el mundo se ve más guapete, sube la moral y vienen con ganas de ligar», reconocen.
Detrás de todo hay un gran trabajo de planificación que se extiende a lo largo de aproximadamente cinco meses. «Empleamos a casi 40 personas por fiesta», desde patrocinadores, proveedores, barras y hasta un repuesto para todo lo que se pueda caer. «Trabajamos en el mundo de los eventos, en el que es muy satisfactorio poder disfrutar de tu producto final terminado ese mismo día, pero también tienes a tu cliente durante ocho horas mirándote a la cara y si no sale perfecto te miran a ti directamente», comentan Andrés Sal, Jaime Merino y Juan Soriano. Y añaden: «El día del evento lo disfrutamos mucho, aunque lo vivimos como trabajo. Empezamos a montar el viernes por la tarde, el sábado nos levantamos a las 7 de la mañana, estamos allí todo el día, hasta que empieza el evento a las 6 de la tarde y cuando termina tenemos que recoger. Hacemos una media de entre 35 mil y 40 mil pasos».
FromageClub es de esas marcas que ha burlado el algoritmo de Instagram. Tienen solo 24 publicaciones y una estrategia de comunicación que se basa en anunciar fechas y compartir las fotos postevento. Han sabido transmitir su estética a través de sus vídeos, lo que junto con el clásico e infalible método del boca a boca, les ha bastado para construir una comunidad de más de diez mil seguidores, con entradas agotadas en todas las ciudades. Desde el principio han priorizado trabajar con marcas patrocinadoras, para poder ofrecer un evento que se ajustara a sus expectativas. Así es como han trabajado con Mahou, Baovan, Jun Burger o Cruzcampo. «Mahou fue la primera empresa grande que apostó por nosotros desde el principio», cuentan. La cena es otro de los momentos más especiales y esperados de cada encuentro y «nos gusta contar con marcas y restaurantes referentes de cada una de las ciudades allá donde vamos».
La fiesta más multitudinaria que han celebrado hasta el momento fue la última en Madrid, un encuentro al que asistieron 700 personas y que tuvo lugar en Warehouse, un jardín secreto escondido entre los muros de un elegante palacete del siglo XIX. Hace apenas unos días anunciaban su nuevo destino, la capital del Túria, ciudad a la que llegan por primera vez, y sobre la que tienen muchas expectativas puestas, pues es la casa de Juan y Andrés. Y por último, la pregunta que ronda en la cabeza de aquel que se topa con la marca: ¿por qué Fromage? Queso en francés. Jaime confiesa entre risas: «De pequeños compusimos una canción junto a nuestros amigos, uno de ellos es el cantante Jaguayano. La canción se llama 'Ya es verano' y tiene más de dos millones de reproducciones en Spotify. Al disco le pusimos como nombre 'Fromage' por una broma que hay al final de la canción. Cuando empezamos con esto decidimos usar ese nombre como guiño al grupo, porque empezó siendo algo entre amigos, y lo hemos mantenido».
Los jóvenes abren ahora una nueva línea de negocio, en la que se enfocan a empresas, en vez de al cliente final, ofreciendo sus servicios para montar eventos. «Estamos pensando en dedicarnos a esto a tiempo completo y si todo va bien en septiembre pasaremos a formar parte del programa Lanzadera».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.